Marta y Charly se conocieron saliendo por Madrid, en la discoteca Graf y, aunque ella reconoce que son polos opuestos, «él es un alemán y yo soy una viva la vida», tuvieron una gran complicidad desde el principio. «Tardó cuatro años en pedirme matrimonio, menos mal que tiene un gran amigo que le explicó que nunca existiría el momento perfecto» y se casaron hace unos meses en Sevilla.
Mientras se preparaba, Marta llevaba un camisón que era de su abuela y, encima, una bata de De su padre y de su madre. Del maquillaje de la novia, se encargó María Rodríguez de la Borbolla, «la elegí porque me encanta los tonos que usa y realmente sabe explotar lo bueno de cada una.
